jueves, 12 de julio de 2012

Madrid, julio 2012


El neoliberalismo económico, la continua desregularización financiera importada a Europa por Thatcher en los 80, condiciona hoy en día la vida del 90% de los europeos tras la caída del telón de acero. El “todo vale con tal de aumentar los beneficios", “dinero llama al dinero” y “si no inviertes es que eres gilipollas” ha derivado en una confrontación social en la práctica totalidad de los países miembros. ¿Estaremos ante una nueva lucha de clases?, ¿como será esta vez la revolución?, ¿y España?.

La difícil situación económica como justificación de recortes indiscriminados en sanidad, educación e investigación está ahogando hasta niveles letales a la clase obrera española. La que hasta hace unos años se denominaba “clase media más próspera de Europa”, la del “España va bien”, la que “ha vivido por encima de sus posibilidades” se ha esfumado de la pirámide social. ¿Y como han desaparecido esos casi 20 millones de españoles?. La respuesta es sencilla: convirtiéndose en nuevos ricos (la minoría); muchos viendo emigrar a sus hijos (Alemania?) reduciendo el número de residentes; y la mayoría endeudándose, empobreciéndose y arruinándose formando parte de la clase media baja o “de subsistencia”. Las estadísticas hablan de un porcentaje de familias españolas en el límite de la pobreza no muy diferentes al que existía en la postguerra civil. Al desaparecer este estrato social, se crea una tremenda brecha entre ricos y pobres, es decir, las clases altas poseen aún mayor capacidad adquisitiva a costa de una clase baja cada vez más numerosa. Esto se traduce en el ciudadano cada vez más pobre ha de sobrevivir y subsistir siendo conocedor que las ganancias de las grandes empresas (bancos, energéticas, textiles, operadoras de telefonía, etc.) superan progresivamente en un x% las ganancias del año anterior.  

Dentro de este contexto general, y al igual que sucediera en el 34, la crisis "crónica" de la minería desde la privatización del sector, seguida de la reconversión energética atroz impuesta por la U.E. a base de subvenciones, la absoluta incapacidad de los diferentes gobiernos en buscar soluciones y la falta de inversiones en una tecnología que conviertan a la minería en una actividad “más limpia”, ha llevado al sector minero y a todas sus familias al borde de la extenuación y la muerte. No hace falta recordar el riesgo que corre cada minero cada día de trabajo.

Durante los meses de junio y julio del 2012, las federaciones del sector elaboran un calendario de encierros y movilizaciones en todas las zonas mineras del país. La capacidad de organización y compañerismo grabados a fuego en la naturaleza del minero, se hace evidente en una marcha a pie de 200 trabajadores, la Marea Negra, desde las distintas cuencas hasta la mismísima capital. Varias columnas de mineros procedentes de Asturias, León, el Bierzo, Palencia, Alto Aragón y Cataluña marchan durante semanas con un apoyo popular que crece a medida que se acercan a Madrid, a pesar del poco calado entre los medios de información convencionales.

La noche del 10 de julio, las columnas procedentes de Aragón y Cataluña, y la procedente de las provincias del norte, confluyen en Ciudad Universitaria, entrando unidas en la plaza de Moncloa donde son recibidas por decenas de miles de madrileños. El calor y el orgullo de los madrileños al recibirlos provoca en la mayoría de mineros emoción, lágrimas y sobre todo esperanza. El sentimiento de solidaridad, orgullo, fuerza y unidad resulta indescriptible durante la marcha de la Marea Negra hasta la plaza de Sol.


Pero el éxito rotundo de la movilización de la minería, cuneta con la respuesta inmovilista del gobierno utilizando una vez más el término dogmático "crisis" que no ha parecido influir a la hora de donar ayudas al sector bancario y otorgar amnistía a los defraudadores fiscales. Como es de esperar, el gobierno se moviliza como unicamente sabe hacerlo, es decir, mediante la represión por parte de las fuerzas de seguridad de estado, y más tras el escarmiento recibido en los valles mineros de Asturias semanas antes de la marcha. Durante el día 11 de julio, se registran, graban y fotografían brutales cargas policiales contra manifestantes en apoyo a los mineros y contra del nuevo “ajuste” aprobado por el ejecutivo con vítores y aplausos de la mayoría absoluta de la cámara.

El paralelismo con el 34 es inevitable, pero...¿cuales son las dos Españas ahora? Sencillamente las mismas, la de los ricos y las de no ricos. La diferencia (y esperanza) es que el analfabetismo está practicamente erradicado, el malestar y el cabreo es incluso mayor que en aquella década y que, a día de hoy se cuenta con un medio de comunicación libre e incontrolable. 

Una pregunta: ¿esta crisis económica puede poner fin a la escala de valores que ha padecido la sociedad desde los 90? 


(A.J.R, julio 2012)

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